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El aceite de oliva mendocino ha alcanzado un hito importante al contar con la certificación de Indicación Geográfica (IG) para 25 marcas. Esta etiqueta, de validez mundial, garantiza la calidad de los productos mediante estrictas medidas de seguridad, de manera similar a la denominación de origen en el caso de los vinos.
Este reconocimiento, compartido con algunas regiones de la Unión Europea y Túnez, convierte a Argentina, a través de Mendoza, en el único país fuera de Europa y Túnez con el derecho de certificar esta prestigiosa «denominación de origen».
El gerente del Instituto de Desarrollo Rural (IDR), Alfredo Baroni, resalta la importancia de la IG, considerándola un punto de inflexión debido a su reconocimiento perpetuo.
Cabe mencionar que en septiembre de 2022, Mendoza logró un histórico hito al convertirse en la primera región del continente americano en obtener el sello de Indicación Geográfica para sus aceites de oliva extra virgen. En aquel momento, el Ministerio de Economía y Energía, junto al IDR, presentaron la etiqueta IG que se coloca en los envases, permitiendo a los consumidores identificar fácilmente los aceites con este distintivo de excelencia.
Las marcas que han obtenido la certificación de IG son las siguientes:
1. Almaoliva
2. Centenario
3. Zuelo
4. Laur clásico
5. Laur Lata Blend de Terroir
6. Laur Lata Cruz de Piedra
7. Envero
8. Don Bosco
9. Pisi
10. Moluá
11. Oculto
12. De la Facultad
13. Cultura Oliva
14. Mula parca
15. Lussuria
16. Coraggio
17. Omertá
18. Finca San Gerardo
19. La Portada
20. Malagüeña
21. Quinta Generación
22. María Ravida
23. Tapiz
24. Piuqué
25. Castelmonte
La superficie cultivada actualmente, alrededor de 13,000 hectáreas, permite producir aproximadamente 80,000 toneladas de aceite de oliva. De esta cantidad, 50,000 toneladas corresponden a aceitunas verdes y 30,000 toneladas a aceite, lo que da como resultado 4,800 toneladas de aceite de oliva.
Mendoza, que anteriormente lideraba la producción de aceite de oliva en Argentina, se encuentra ahora en el cuarto lugar, debido a la promoción industrial que tuvo lugar en la década de los 90 y que benefició a provincias vecinas como San Juan, Catamarca y La Rioja, impulsando el crecimiento de la producción.
La olivicultura mendocina abarca tanto métodos tradicionales de bajo rendimiento como técnicas intensivas y modernas. En el primer caso, las plantas están más distanciadas, con 10 metros entre plantas y entre hileras, siendo más grandes y con la variedad arauco, lo que resulta en un rendimiento más bajo. Por otro lado, la olivicultura intensiva y moderna implica una menor distancia entre plantas, cosecha mecanizada, riego por goteo, ejemplares más bajos y de fácil cosecha, lo que conlleva un mayor rendimiento.
La almazara, el lugar donde se procesa el aceite de oliva, es de gran importancia en la producción de estos productos. Mendoza ha participado en concursos de aceite de oliva, y una de sus marcas, Laur, ha sido galardonada como la número 1 en el mundo. En 2021, recibió el máximo reconocimiento otorgado por el AOVE Ranking Mundial (EVOO World Ranking), posicionándose por segundo año consecutivo como la mejor olivícola a nivel mundial, superando a empresas de países como España, Portugal, Turquía, Italia y Túnez.
El perfil sensorial del aceite de oliva mendocino destaca por su alto contenido de ácido oleico debido a la latitud de cultivo y al clima mediterráneo. Presenta la variedad arauco típica de la zona, así como otras variedades complementarias, como frantoio, arbequina, farga, coratina, picual y corneiki, todas presentes en la zona delimitada. El resultado es un frutado intenso, con un amargo y picante de intensidad media-alta, y en nariz se destaca por un frutado ligero y ausencia de defectos.
Con esta certificación de Indicación Geográfica, Mendoza y sus productores de aceite de oliva demuestran su compromiso con la calidad y la excelencia, y su capacidad para competir a nivel mundial en el mercado de los aceites de oliva de alta calidad.
